
Como había previsto, ayer asistí a la presentación de Al fin del camino. En busca de Pepa la Pipera, de Guillermo Arróniz (Egales, 2019), que tuvo lugar en uno de los puntos de venta de la Casa del Libro, en Madrid. Le acompañaban la actriz, Patro Rodríguez, y el director de teatro, Enrique Gallud Jardiel. Por supuesto, Mili Hernández, de la editorial Egales.
El nacimiento de Pepa
Lo primero que descubrí es que Guillermo Arróniz lleva escribiendo humor desde que era adolescente (¿quién lo diría, verdad?). El autor explicó que, cuando publicó Pequeños laberintos masculinos, se le ocurrió — para promocionar esta obra de relatos eróticos (nada que ver con El fin del camino. En busca de Pepa la Pipera)—, escribir algo por entregas de mucho humor «y de ahí nació Pepa; y como a la gente le gustó tanto, y se reía tanto, decidí escribir un libro donde el personaje principal no aparece hasta bien avanzada la lectura…».
Pero es más. Pepa no solo nace de la necesidad de promocionar aquel libro, sino del virtuosismo de Guillermo Arróniz en transformar conversaciones con amigos y multitud de historias recopiladas de gente de provincias en una novela y, por si fuera poco, como un reto del propio autor.
Sí, un reto (capricorniano tenía que ser…). Arróniz confesó, a los que allí acudimos, que siempre se ha encontrado «muy cómodo en la descripción y en el verso, pero no tanto en el diálogo». Así que (como tiene una venita algo temeraria), se dijo «pues vamos a hacer diálogo; y además, de la calle, más ágil y menos literario, pero más realista».
«Todo aquello que no me atrevía a hacer, Pepa me animó a hacerlo».
Y, ¿quién es Pepa?
Una mañana de resaca, Pancho, un treintañero afable e indeciso que regenta su propia peluquería en un pequeño pueblo, se despierta con una amenaza de su madre: ya que no es capaz de dar un rumbo a su vida, ella se marcha de la casa que comparten, para pasar unos días con su gran amiga «Pepa la Pipera», y así dejarle que reflexione en soledad. Ni Pancho ni nadie en su entorno han oído hablar de la tal «Pepa», por lo que, tras la fuga de la «señá Sole» (la madre de Pancho; ¿quién, si no?), comienza una búsqueda extraña y divertida en la que nada es lo que parece. Para descubrir el misterio, el lector deberá tener paciencia y unirse a este camino cargado de sonrisas, donde conocerá las peripecias del protagonista y su hetero…géneo grupo de amigos.
Aún no he leído el libro, pero a estas alturas empiezo a hacerme una idea de quién es «Pepa».
En primer lugar, ella es el motor que ha impulsado a Guillermo Arróniz a adentrarse de manera «seria» en el género del humor.
Segundo, el autor nos asegura que, en este personaje, el lector descubrirá a «una persona que lucha por ser ella misma en una época, en España, en que esto era muy difícil. Es alguien que no hace daño a nadie. Es una buena persona, y esto es lo que a mí me enamoró de Pepa». Esta es la idea sobre la que se ha construido el personaje, no está basado en una persona real.
Y tercero, y en palabras del propio autor, «Pepa es un canto a la amistad y a las buenas personas».
Al fin del camino. En busca de Pepa la Pipera, no es una obra que aspire a ser un clásico, nada más lejos.
«Es un libro que solo pretende hacer sonreír al lector; hacer que olvide, por un rato, los problemas de la vida».
Después de la introducción de Guillermo Arróniz, tuvimos la oportunidad de escuchar, gracias a Patro Rodríguez y a Enrique Gallud Jardiel, dos fragmentos de la obra que allí nos reunía. Ellos ayudaron al autor a poner las voces a algunos de sus personajes, y lo hicieron tan bien, que ya me veo intentando dar la misma entonación y fuerza a los diálogos, cuando la lea.
Hubo tiempo para preguntas… y para más confesiones del autor.
Le fascina el humor; le encanta reír. ¿Quién de vosotros sabíais que, cuando Guillermo Arróniz estaba en el instituto, escribió dos pequeñas obras «malísimas» para los compañeros de teatro? ¿Y que antes de entrar en la universidad escribió un pequeño manuscrito titulado Romea y Julieto, una historia de amor del s. XX que ya apuntaba maneras?
También comentó que, en ocasiones, se despierta con un verso en la cabeza y, entonces, hasta que no termina el soneto no se queda tranquilo. Cuando aborda un nuevo proyecto, se describe como una persona muy honesta: «Escribo lo que tengo la necesidad de escribir en ese momento, no es algo ad hoc».
En la actualidad se encuentra trabajando sobre unos sonetos relativos a la ciudad aragonesa de Calatayud.
Al final del acto, llegó la hora de la firma de ejemplares, las fotos y los abrazos. Y el momento de nuestro abrazo (cierto es, que a la tercera va la vencida) y mi dedicatoria…
Salí con una sonrisa, un buen recuerdo y, por supuesto, mi libro de «Pepa» cuyos secretos no tardaré en descubrir. Me muero por hacerlo, después de lo que escuché en la presentación.
Es un libro precioso, te hace olvidar los problemas cotidianos de la vida y te hace sonreír, es una novela de humor que engancha y no la puedes dejar hasta terminarla!
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