El viernes pasado recalé en la presentación de las recientes obras de tres autoras: Josa Fructuoso (Perros de verano, ganadora del Premio de Literatura LGTBQ Fundación Arena 2014), Clara Asunción García (Los hilos del destino) y María Pía Poveda (Y sin embargo). Pretendía ser, además, una reunión para charlar sobre el panorama actual de la literatura lésbica española. Mili Hernández, propietaria de la librería Berkana, y copropietaria de la editorial Egales, se encargó de dar la bienvenida. Muchas risas, buen rollo, encuentros emotivos, pero escaso tiempo para debatir sobre la literatura lésbica.
Llegué (como siempre) a Fulanita de Tal con la hora pegada y me encontré el local a rebosar. Como dijo Mili, «daba gusto ver tanta mujer junta». Y tanta escritora, también. Además de las ya mencionadas, reconocí a Mila Martínez (No voy a disculparme, Tras la pared, Autorretrato con mar al fondo y La daga fenicia) y a Erika Hav (Lorna), entre otras.
Mili Hernández hizo una introducción recordando la historia de la editorial Egales y de Berkana. «La editorial Egales nació hace ahora 20 años con la intención de visibilizar la cultura gay y lésbica en España». Cuando abrió la librería en 1993, no había libros, ni había clientes. «Por entonces, no había una literatura que mucha gente demandaba; y sobre todo, muchas mujeres lesbianas demandaban», puntualizó. Mili contó que se dieron cuenta (refiriéndose también a la librería Cómplices, cuando abrió seis meses después en Barcelona), que o hacían algo o las librerías no tenían futuro alguno porque «las editoriales generalistas no se iban a poner como locos a editar libros para lesbianas o lésbicos o como queramos catalogar a este tipo de literatura». Así que decidieron hacerlo ellas mismas.
«Pero tampoco sabíamos lo que gustaba. No podíamos hacer un estudio de mercado, ni de marketing». No se amilanaron. Y «de esa inconsciencia, de ese amor por los libros, de ese amor por la lucha de la visibilidad de los derechos de gais y lesbianas, y debido a la situación de los gais y lesbianas, comenzamos la andadura en Egales con títulos principalmente enfocados al público LGTB, aunque no exclusivos del público LGTB», siguió explicando Mili. «En los primeros años de la editorial, no publicábamos autoras españolas, a excepción de Carlota Echalecu (Los ojos del ciervo)». Empezaron traduciendo a autoras que ya llevaban muchos años publicando en Estados Unidos. «Eran los libros que yo, cuando tenía 16 y 17 años, quería leer; eran los libros que yo quería encontrar en las librerías; eran los libros, sobre todo en el ensayo, que podían contestar a las preguntas que yo me hacía en aquella época. En una España en blanco y negro, en una España con dos canales de televisión, en una España sin internet, en una España sin apenas bibliotecas y en una España sin libros dirigidos al público LGTB, con cuatro ensayos escritos por unos médicos un poco dudosos», prosiguió Mili.
En su discurso inicial, Mili subrayó (como respuesta a algunas de las críticas que había recibido en su vida), que «en el catálogo de la editorial Egales hay de todo; pero sí que hay una literatura romántica lésbica que yo reivindico. Hay miles de perfiles de lectoras y hay miles de historias para contar. Y se pueden contar todas. Y se pueden publicar un montón. Cada libro es para un momento determinado». También aseguró que todavía existen muchos prejuicios con este tipo de literatura: librerías generales no quieren tenerlos, público heterosexual que no quiere esta literatura,…
Seguidamente, tomó la palabra Josa Fructuoso, que reconoció que antes de empezar habían estado hablando y debatiendo respecto a lo que se entendía por literatura lésbica. «Y no nos hemos puesto de acuerdo. Hemos concluido que se podía llamar de muchas maneras e incluso de ninguna, simplemente novela». Tampoco parecía haber un acuerdo sobre si se podía catalogar a una novela de ‘romántica lésbica’ solo por el hecho de que exista amor entre las dos mujeres protagonistas e incluya escenas de sexo explícito entre ellas. «Conozco el movimiento romántico, pero no la novela romántica en el sentido que acabo de decir», explicó Josa argumentando que en una presentación de su libro, Perros de verano, un señor le criticó que en él no había ninguna escena de sexo. «Seguramente que pensó que al ser una novela lésbica tendría que haber mucho sexo», dijo Josa. «Yo no calificaría mi novela de novela lésbica, aunque el personaje protagonista sea una lesbiana. Hay otros personajes que la acompañan», añadió.
En Perros de verano, su protagonista, Marina, inicia un viaje. La historia se sitúa entre finales de los ‘60 y principios de los ’70. «He querido hacer un retrato de esa época y he querido hacer un homenaje a aquella juventud. No he tocado el tema de lo difícil que era reconocerse lesbiana por entonces porque Marina, cuando sale de España, no sabe que es lesbiana. Ella sale en busca de libertad y se va a París, donde accidentalmente se enamora de una mujer o esa mujer le inicia en el descubrimiento de su sexualidad. Y a partir de ahí es cuando Marina se reconoce lesbiana», aclaró sobre su novela Josa.
Sus siguientes palabras me sorprendieron: «Es una novela que he escrito, creo, durante toda mi vida. Es la primera novela que publico. He escrito durante toda mi vida, pero nunca había llegado a publicar. Tengo un gran respeto a la literatura, a la literatura en general, con mayúsculas, y ese respeto me hacía no atreverme a publicar lo que escribía. No le he perdido el respeto ahora, que he publicado. Yo simplemente la escribí y se la di a leer a Françoise, mi compañera, quien me dijo ‘esto hay que publicarlo’. ‘Haz lo que quieras con ella’, la respondí. Y lo hizo. Y gracias a ella mi novela se ha publicado y ha obtenido el Premio Fundación Arena».
Por su parte, María Pía Poveda, contó que su novela le salió de muy adentro. «Me salía como a borbotones cuando me sentaba a escribirla; no creo que esa experiencia se repita. Recibí un email de una lectora que me decía que se notaba esa avidez por contar». Asimismo comentó que los nombres de las protagonistas y del personaje masculino de su novela estaban previamente escritos. «También la decisión de la narradora de no decirnos su nombre; fue como una decisión que me sobrepasaba».
Otro momento importante para la autora argentina fue el final, puesto que había previsto otro diferente. Al respecto aseguró: «estaba en mi casa planeándolo y me senté delante de la computadora y no salió el que yo quería. Me pasó algo que yo a veces he escuchado decir a grandes escritores, y que me parecía poco creíble. Bueno, pues me pasó a mí. Parecía que los personajes, de alguna manera, pedían un final determinado y se resistieron al que yo hubiera querido».
Respecto a la publicación, María Pía aseguró que se trató de «un camino largo, pero hermoso». Mili viajó a Buenos Aires para comunicarle que le gustaba su novela y que la iban a publicar. «La noticia de su publicación llegó en el momento justo; en el momento preciso para que mis amigos, mi familia y yo pudiésemos disfrutarlo. Fue una feliz culminación de un proceso personal de aceptación y visibilización». (¡Guau! Tras escuchar su intervención, decidí releer su novela).
Clara Asunción García fue la que más simpatía derrochó con las mujeres que asistieron. También, con la que parecía haber mayor complicidad. Demostró que su pasión por la cerveza no es un cuento: mientras que las otras oradoras saciaban su sed con agua, Clara tenía cerveza (varias). Y ya no porque la pobre (o afortunada) las pidiera, sino porque las allí reunidas se encargaron de que a nuestra querida escritora no le faltara una. Incluso alguna fan le agasajó con una cerveza especial traída de su casa (lo sé de buena tinta). Y no fue la única.
Durante su turno de palabra, Clara hizo una reivindicación de la literatura lésbica. Primero comentó que habían hablado previamente sobre qué era la literatura lésbica y por qué tiene esa etiqueta. «Y no nos hemos puesto de acuerdo», dijo en la misma línea que Josa Fructuoso. En opinión de Clara, se utiliza una etiqueta «por ponerle un nombre a algo. Por ejemplo, si alguien es aficionado al ciclismo, y va a una tienda especializada en ciclismo, y encuentra todo lo necesario para el ciclismo, en este caso, contemplo esa etiqueta como eso. Necesitamos nombrar las cosas, de ahí el uso de la etiqueta. ‘Literatura lésbica’ para la literatura lésbica. No veo ningún problema en ello. Creo que todo tiene cabida. Literatura lésbica es Perros de verano; también lo es Y sin embargo. ‘Literatura lésbica’ es una simple etiqueta. En este mundo todo está etiquetado. Vas a Mercadona y eres celiaco, y encuentras alimentos para celiacos. Pues, ¿por qué no tiene que haber algo para lesbianas? La etiqueta te facilita que aquello que vas buscando con ese nombre, lo encuentres».
También habló de las motivaciones, de por qué empezó a escribir literatura lésbica. «En mi caso, yo buscaba historias de este tipo. Cuando apareció Egales, para mí fue casi como si se me apareciera la virgen. Antes de que surgiera Egales, había que buscar con lupa cualquier título. Existía Carol de Patricia Highsmith y poco más. Pero, en general, no encontrábamos ese libro que te gustara, que diera cabida a aquello que estabas sintiendo. Yo siempre he dicho que soy lectora antes que escritora, y llegó un momento en que yo quería leer algo que hubiera entre dos mujeres. Por eso, no me molesta esa etiqueta; ni la de escritora lésbica. Sin embargo, y siempre lo que he dicho, lo que yo busco es que se llegue a un punto en que se iguale la producción. Somos una minoría, y hay que aceptarlo. Y Planeta no nos va a publicar libros para nosotras si no te llamas Patricia Highsmith. Tenemos una editorial que se va a dedicar a eso, y eso es una etiqueta. No lo veo mal. Pero mi objetivo es que se llegue a un punto en se iguale la producción de esa otra literatura —no existe literatura heterosexual; pues ellos no necesitan etiquetarse, porque lo tienen todo, hay que aceptarlo— con esta y entonces ya no importe que las protagonistas sean lesbianas, sino que su historia sea atractiva, que su historia nos emocione, que su historia nos llegue», expresó Clara Asunción García.
«No me parece suficiente con etiquetar dentro de literatura lésbica, una novela romántica de sexo explícito; tampoco el que su autora sea lesbiana. Entonces, ¿qué es literatura lésbica? Yo creo que no somos nosotras las que etiquetamos, sino que sois vosotras, las lectoras, las que etiquetáis así esta literatura», dijo Clara, quien aseguró que todavía existen muchos prejuicios. «Hoy en día, hay novelas que las encontramos entre las novelas eróticas, cuando no lo son, porque aún existe la creencia de que las lesbianas follan como locas», prosiguió. «Elisa frente al mar no tiene nada de sexo, es una novela completamente distinta que se puede equiparar con Perros de verano o cualquier otra novela reivindicativa. Estoy segura que si hubiera sido publicada bajo un sello editorial gay/lésbico estaría en la sección erótica, cuando no sería lógico que estuviera allí. Queda mucho camino por recorrer. Y muchos prejuicios que deshacer».
«Somos una minoría. Y creo que no debemos convertir en peyorativo algo que me parece maravilloso y que tendría que existir: esa literatura lésbica», terminó la escritora alicantina.
Mili Hernández tomó de nuevo la palabra para responder al hecho de que, por lo general, son autoras lesbianas las que escriben literatura lésbica. «Hemos tenido que venir nosotras a contar nuestras historias. Esto es un acto de reivindicación, y un acto de cabreo también. Un acto de reivindicación porque hemos sido nosotras, autoras lesbianas, quienes hemos tenido que venir a contar historias lésbicas. Hemos tenido que ser editoras lesbianas, las que hemos tenido que montar una editorial lésbica. Hemos tenido que ser lesbianas, las que hemos montado las primeras librerías en España», afirmó rotunda.
«Se han escrito cientos de libros sobre la Transición, cientos de libros sobre el Franquismo, y casi ninguno, porque no los he revisado todos, ha incluido un capítulo de cómo vivían las lesbianas y los gais en la época del Franquismo, por ejemplo. Tuvieron que venir dos autores gais y escribir dos libros sobre el tema», continuó Mili. También hizo referencia a la dificultad que tienen los autores españoles gais y lesbianas de estar presentes en las librerías generalistas, y de que los críticos les tomen en serio.
No hubo tiempo para mucho más, puesto que había que pasar a la firma de libros. Alguna pregunta entre el público, y la opinión que aportó sobre el tema Mila Martínez: «Creo que lo que une a lo que se denomina hoy en día literatura lésbica es la mirada que nosotras le ponemos, la perspectiva que tenemos todas nosotras con respecto a las historias que contamos. Evidentemente todas son historias distintas», dijo refiriéndose a los diversos géneros en que estas podrían encuadrarse. «Lo que nos une a todas es una corriente que hemos creado para hacer más fuerza, para hacernos mucho más visibles. Creo que ha sido esto lo que ha hecho la necesidad de que surgiera Egales. Ojalá no tuviera que existir Egales, y Mili fuera una librera únicamente o una editora de todo y que en todas partes se editaran nuestros libros, como en todas partes se editan libros de todo el mundo. Pero, evidentemente, lo que tenemos en común es nuestra mirada, y eso es maravilloso», remarcó finalmente Mila.
El broche final lo puso María Pía Poveda, con la lectura del poema de Ray Bradbury: Tenemos el arte para que la verdad no nos mate.
Después, aplausos, firma de libros y cerveza para todas.