«Sebastián en la laguna», de José Luis Serrano

Título: Sebastián en la laguna JLS_Sebastian
Autor: José Luis Serrano (elputojacktwist)
Género: Narrativa contemporánea
Editorial: Egales
Formato: papel
Tamaño: 14 x 20,50 cm.
Encuadernación: rústica
ISBN: 978-84-15899-69-3
Fecha de publicación: 2014
Idioma: español
Nº Pág.: 230

Sinopsis:

Aquel verano vi mi primer muerto, morado, hinchado, guapo aún, con los rizos revueltos. Ahogado en la laguna, aunque quizá estaba ya muerto cuando se puso de pie. Muerto antes que ahogado, eso decían los del pueblo. Yo lo sigo viendo muchas noches, hermoso, amoratado y frío. Fosforescente. Por las algas, supongo. Con el pelo apelmazado por los coágulos de sangre ya medio seca. Tumbado boca arriba con los brazos extendidos. La boca semiabierta y los ojos cerrados. Rígido como los álamos en invierno. Se escurrió en la barca y se golpeó en la cabeza con el motor, luego se intentó incorporar y cuando estaba de pie, se desequilibró y cayó al agua, pero estaba ya muerto, no murió ahogado, quizá estaba ya muerto cuando se puso de pie.

Opinión personal:

José Luis Serrano (más conocido en el mundo de la blogosfera como elputojacktwist), nos seduce este verano con Sebastián en la laguna, su segunda novela publicada por la Editorial Egales (2014) tras el éxito conseguido con Hermano (aún le piden fotos de aquel birmano, eso dice él).

Acometí la lectura de Sebastián en la laguna sin haber leído nada más sobre ella que la información de contraportada, la misma que el autor había adelantado días antes a su publicación. Ni reseñas, ni opiniones…, nada. Lo único que conocía es la presencia de ese muerto (¿muerto antes que ahogado?). Así que no estaba preparada para el pequeño tesoro que hallé.

Con hambre narrativa me enfrasqué en la novela y enseguida me vi arropada por un sinnúmero de sensaciones, desde unas letras que parecían cobrar vida ante mis ojos, burlándose de mí, tentándome hasta lo indecible a pasar un poco más (cuántas veces me dije eso mismo, solo un poco más) despierta, leyendo (ya sola, dejada por imposible), escuchando embelesada a un narrador para el cual no estaba preparada.

Un narrador que fue causante de mi primer ataque de risa cuando compartió esa odisea que suponía para su familia cruzar «la general», para poco después empezar a sacudirme, como quien no quiere la cosa, con un pasado doloroso conocido por todos. Un narrador masculino que relata lo que aconteció treinta años atrás —o que recuerda acontecer— en aquella laguna, donde acostumbraba a veranear con su familia. A veces, con la actitud impasible del adolescente que era (oye, te has dejado un muerto atrás… y ahora otro medio muerto, o muerto ya, y yo con los ojos como luceros a causa de las lágrimas no vertidas), ignorante del alcance real de las confidencias que le hacían, o de los comentarios que oía, de las cosas que veía (significados que, por supuesto, no escapan al lector). Un hombre que también me hizo sonreír con la inocencia de aquel quinceañero que fue, su ternura, su vena romántica (sublime el instante en que descubre el amor —homosexual— por primera vez). Y yo pasando de un estado anímico a otro, de un claroscuro a otro, a lo bestia y sin anestesia.

Ambientada en los primeros años ochentaSebastián en la laguna es el relato de un recuerdo donde la línea que separa presente y pasado se difumina. Narrado este con tal maestría, que es imposible aseverar si es una ficción contemporánea que se siente real, o si en verdad es un recuerdo real del propio autor —ligeramente modificado—, convertido aquí en narrador.

Unos personajes, difíciles de olvidar, que parecieran sacados de una foto de antaño. Personalmente, me resultará una tarea ardua dejar marchar a ese «muerto, o muerto antes que ahogado», cuya oscuridad me conmovió en el alma. «Solo procede de nosotros lo que sacamos de la oscuridad que llevamos dentro y de la que nada saben los demás» (En busca del tiempo perdido, vol. VII, de Marcel Proust).

No quiero decir nada más del argumento de la novela para vuestro beneficio. Tenéis que ser vosotros los que ahora os embarquéis en este viaje, experimentarlo, sentirlo. Tenéis que sufrir. Despotricar una vez más contra el oscurantismo y la crueldad. Evocar esa edad de efervescencia hormonal; ese instante en que descubristeis que estabais enamorados… Y reír. Al menos sonreír. E incluso acordaros de todos los antepasados del autor, a quien no sabréis si estrangular o avergonzar a besos. Nunca en mi vida (que no es corta) he leído un libro como este. (Y mira que he leído…, eso digo yo). 

¿Pero de qué trata la novela?, os preguntaréis. Pues, en parte, «de una cantidad absolutamente asombrosa de letras y más letras, de frases larguísimas que se prolongan por páginas y páginas sin dar un solo respiro al lector, sin concederle la más mínima tregua…» (p. 62).

Y es precisamente este fragmento, el causante del segundo ataque de hilaridad que experimenté al leer Sebastián en la laguna. En realidad, un tiempo muerto ante tal cúmulo de sensaciones abrumadoras. Sinceramente pensé, «elputojacktwist está loco, desesperado, o es simple y llanamente un genio. Quizá las tres cosas, tal vez muchas más. Un loco y desesperado genio en mitad de un desvarío mental y lingüístico». Porque en la forma de narrar, José Luis Serrano presenta al lector un desafío que no es moco de pavo. (No despegué mis ojos de esas «frases larguísimas», ni siquiera en ese fragmento que hace alarde de una increíble diarrea verbal, arriesgándome con ello a padecer estrabismo para el resto de mi vida).

Su prosa es sorprendente, impecable, yo diría que única. Torna lo que parecía imposible, realizable; las normas aprendidas, cuestionables; y la sugestión, arte. Con un estilo indirecto y un dominio absoluto del lenguaje (en el que el punto seguido parece algo sobrevalorado), el autor juega, disfruta, reta al lector a captar la esencia de lo dicho (y de aquello que falta por decir). No encontraréis un solo diálogo, pero no se os ocurra pensar que por ello será aburrida. Para nada.

Leedla, y ya me diréis si Sebastián en la laguna no es la obra de un genio. Una obra magistral que merece estar en nuestra biblioteca, justo al lado de aquella otra que rememora (En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust).

(Desde luego, maestro, que has conseguido contar algo, e indudablemente, muy bueno, brillante de hecho, eso digo yo. Enhorabuena).

Todo sobre la novela en: www.facebook.com/sebastianenlalaguna

Mi valoración: 5/5  

José Luis Serrano (elputojacktwist) nació en Ciudad Real en 1967. Se dio a conocer en la blogosfera con sus escritos sobre Brokeback Mountain. Desde 2006 colabora semanalmente con la sección cultural Desayuno en Urano en la web dosmanzanas.com sobre cine, literatura, música y arte LGTB. Es coautor del blog de poesía homoerótica La Taberna del Mar y bloguero en el Huffington Post. En 2011 publicó su primera novela, Hermano, en la Editorial Egales, y en 2012 su recopilación de cuentos La tumba del chicle Bazooka

Escrito por

Viajar, es mi pasión. La lectura, mi adicción. El café y el chocolate, mi sostén. Familia y amigos, mi conexión a tierra.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s